lunes, 18 de abril de 2011

Hank Gathers

Hoy os voy a comentar la historia de uno de los jugadores universitarios estadounidenses más importantes que formaron parte de la liga de baloncesto universitaria, de Eric “Hank” Gathers. Eric nació un 11 de febrero del año 1967, en Philadelphia, y como muchos jóvenes de su generación tuvo problemas económicos, con la violencia que en ellos degenera muchas veces dicha pobreza y un duro pasado en los ghettos de la ciudad donde se crió.
Pero Eric tuvo suerte y consiguió que no le afectasen esos problemas y avanzó en sus estudios, llegando al nivel universitario. Allí en la Universidad consiguió formar parte del equipo de baloncesto. Se encontraba enrolado en las filas de la Universidad del Sur de California, en los Southern California Trojans.
En dicho equipo comenzó a despuntar con sus enormes cualidades baloncestísticas. Era un gran anotador y un gran reboteador, cosa nada fácil de conjuntar. Tras ese primer año de universitario (de 3), fue trasferido a la Universidad de Loyola Marymount, en la cual pasaría a la historia. Corría el año 1988 cuando se fraguó ese traspaso.
Fue allí en Loyola donde conoció a uno de sus grandes amigos, y también otro gran jugador universitario, Bo Kimble. Juntos formaron un tándem terrible para todos aquellos equipos a los que se enfrentaban. Los aficionados, aún con el paso de los años, no han conseguido olvidar el nombre del equipo entrenado por Paul Weshead. Allí ganaron esos dos años los títulos de la West Coast Conference y llegaron a la ronda previa de la Final Four por el título universitario.
Ese equipo, con esa dupla, era un homenaje al baloncesto. Posesiones cortas, de no más de 10 segundos, con tiros rápidos, propiciaban resultados escandalosos, como aquel en el que se enfrentaron ante LSU, con Shaquille O´Neal, Chris Jackson y Stanley Roberts, cuyo resultado final rondó los 300 puntos, con un marcador de 147 a 145 a favor de Hank y compañía. Si te despistabas en sus partidos tan solo unos segundos, podías dar por hecho que te habrías perdido algún mate y alguna buena jugada.

Corría el 9 de diciembre de 1989, cuando el alero tuvo un desvanecimiento en pleno partido. Quedaban 13:56 para el descanso. Gathers fallaba un tiro libre y a continuación se iba al suelo. En aquel momento se quedó tumbado unos segundos y se levantó con normalidad.
Tuvo que pasar unos intensivos reconocimientos, tras los cuales los médicos le permitieron seguir con la práctica del baloncesto después de faltar a tan sólo dos partidos. Eso sí, volvía bajo estricto control y con una medicación que ayudara a corregir una arritmia cardiaca.
Más adelante, en esa misma temporada, el 4 de marzo del 90, Loyola Marymount jugaba las semifinales de la West Coast Conference ante la universidad de Portland, en el Gersten Pavilion de Los Angeles. El alero lograba un espectacular mate, volvía hacia posiciones defensivas y chocaba su mano con sus compañeros tras anotar. Poco después, Gathers se llevaba las manos a las rodillas en señal de intenso dolor y, a continuación, se desplomaba sobre el parqué en medio de fuertes convulsiones. En la cancha se le trató de reanimar y camino del hospital se le practicaron masajes cardiacos, pero una hora y cuarenta minutos más tarde el jugador moría. Gathers tenía 23 años recién cumplidos.

Fue un momento helador, inesperado. Antes habían muerto otros deportistas en el ejercicio de su pasión, pero el hecho de verlo grabado nos heló la sangre. Hank Gathers, la gran estrella universitaria del momento, caía al parquet de la cancha desplomado y comenzaba a convulsionar. Pocos minutos después estaba muerto. Antes de que Puerta, Foé o Feher estuvo él. Gathers mostró al mundo por primera vez cómo era ver morir por la tele a un deportista sano.
Por supuesto, no era la primera persona en morir haciendo deporte, pero si era la primera vez que mostraba al mundo como alguien sano y deportista, moría de manera fulminante ante las cámaras. Chocó la mano de un compañero y un desmayo fulminante paró su corazón y la respiración de todos los que vieron la imagen en los informativos. Su madre, su hermano y su tía se lanzaron al parquet, junto con médicos, compañeros y rivales.
La intervención sanitaria fue exquisita: la ambulancia tardó siete minutos en llegar, y 18 minutos después de haberse caído al suelo el jugador estaba en el hospital. Durante una hora intentaron reanimarlo, pero había llegado cadáver a las manos de los médicos. Era su segundo desmayo en una cancha, pero éste fue el definitivo.
Tras ese primer aviso de diciembre de esa misma temporada, los médicos le recetaron beta bloqueadores, los medicamentos que se suelen utilizar tras un infarto. El jugador se sentía lento tomándolos, porque le bajaban el ritmo cardíaco y se cansaba enseguida, así que dejó de hacerlo. Además, comenzó a saltarse los controles. Nadie tenía la referencia de un jugador cayendo muerto en su lugar de trabajo. Todos los que llegaron después sí: la de Hank Gathers.

Como legado suyo en esa Universidad nos han quedado sus 2490 puntos, con un promedio de 28 puntos por partido, a lo que hay que sumar una media 11 rebotes por partido y su relación con Kimble. Es el máximo anotador y reboteador de la NCAA en su historia. En su última campaña, nada menos que unos promedios de 32.7 puntos y 13.7 rebotes. El homenaje que le dio Kimble con su tiro libre con la izquierda también pasó a la historia, como el torneo que hizo su equipo, a punto de llegar a la Final Four
en honor suyo, también, tan solo una semana después de la muerte de Gathers.

Su número, el 44, como no, fue retirado en su honor en la Universidad de Loyola, y también, dos años después de su muerte, se hizo una película basada en él, “Final Shot: The Hank Gathers Story”, dirigida por Charles Braverman. En el film, protagonizado por Victor Love, Nell Carter, Duane Davis y George Kennedy, se deja claro que el jugador adoptó la decisión de no tomar su medicación ya que ésta le hacía más lento y le mermaba en sus facultades para jugar a su nivel. Las dudas siguen rodeando un caso que terminó de la peor manera posible, con la muerte del joven deportista.




Saludos de David!!

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