jueves, 28 de abril de 2011

El Gran Torino

En los años 40 había un equipo de fútbol que asombraba con su fútbol vistoso, alegre y de ataque. No solo en su país, o en el continente se asombraron con su fútbol, si no que también en todo el mundo. Ese equipo, con excepción de las ligas de 1944 y 1945 que no se disputaron por la II Guerra Mundial, ganó de manera consecutiva las ligas de 1942 a 1949. Ese equipo se llamaba Torino A.C., o también conocido, gracias a dichos logros como el Gran Torino.
En aquella época no había una Copa de Europa para determinar cual era el mejor equipo del continente, pero ha sido reconocido por todos los especialistas como el mejor equipo del momento. No podían ni hacerle sombra el Barcelona, el Manchester United, la Hungría de Puskas, ni mucho el Real Madrid, que por aquel entonces atravesaba un largo desierto de 21 años sin ganar la liga en España.
Como muestra de ese poderio hay que decir que ese equipo aportaba al 11 inicial de su selección nacional nada menos que 10 jugadores. El único jugador que no era titular con su selección era el portero de ese Gran Torino. Este era el 11 de aquel mítico equipo: Gabetto (portero), Mazzola, Loik, Ossola, Castigliano, Grezar, Menti, Marosso, Rigamonti, Ballarin, Bacigalupo.

El equipo de Turín jugaba con una absoluta furia ofensiva. Había sido diseñado por Ernst Ebstein. Él no quería defensas. El Gran Torino jugaba con dos centrales muy técnicos, Ballarin y Maroso, y los cinco centrocampistas típicos del sistema inglés, dirigidos por Valentino Mazzola. Su leyenda se hizo sólida en la temporada 1947-1948 con nada menos que 125 goles en tan solo 40 partidos. Hubo un partido especialmente asombroso, contra el Roma. El equipo visitante, el Torino, llegó al descanso perdiendo por 1-0. A la vuelta al césped marcaron siete tantos en 20 minutos. Ése era el Gran Torino de las cinco Ligas consecutivas.

Gracias a ese futbol tan preciosista y vistoso del equipo, con ejemplos como el anterior, y por supuesto, a sus títulos locales, fue invitado a numerosos amistosos en toda Europa. Esos amistosos tenían lugar en todo el continente, y estaban muy bien remunerados.
Uno de esos viajes iba a realizarse a Portugal, para homenajear al capitán del Benfica, Ferreira. Ese partido se disputaría el 3 de mayo.
Y fue a la vuelta de dicho partido cuando sucedió una tragedia sin precedentes en el mundo del fútbol.

El 4 de mayo de 1949, se embarcó el Torino en el avión para volver a Italia. En ese 4de mayo, a las 17.03, sobrevino la tragedia. El Fiat (avión) que transportaba al mejor equipo del planeta, el Gran Torino, se estrelló contra los cimientos de la basílica de Superga, a escasos kilómetros de casa. Sin ese accidente, es muy probable que no hubieran existido ni el maracanazo del Mundial de 1950 ni la posterior hegemonía brasileña. Tal vez Italia habría sido la primera selección tricampeona, con tres títulos consecutivos. Y tal vez desconociéramos la palabra catenaccio y el calcio simbolizara el fútbol ofensivo. Todo son quizás.
En el accidente fallecieron los 33 mienbros del equipo que viajaban en el avión, es decir, los 18 jugadores de la primera plantilla y los 15 del cuerpo técnico. Hubo dos jugadores que no formaron parte de esta expedición a Portugal. Uno fue el joven defensa Sauro Tomá, al igual que el capitán Mazzola con molestias, pero que a diferencia de su capitán, que exigió estar en el partido, él se quedó recuperandose. El otro jugador que no volvió de Portugal, aunque si estuvo allí, pero no volvió por enfermedad de su hijo, fue un chaval que había estado a prueba con el equipo, y que no superó dicha prueba. Ese chaval era Laszlo Kubala.

Los funerales por el mejor equipo que se haya visto en Italia y uno de los mejores que ha visto a lo largo de la historia, congregaron a más de medio millón de personas en Turín.
En el momento del accidente faltaban 4 jornadas para el final de la liga. el Gran Torino tenía un colchón de cuatro puntos de ventaja con respecto al Inter. En un acto de justicia deportiva, los demás equipos decidieron alinear a los juveniles, tal y como se vio obligado a hacer el Torino, el resto de la temporada. Ése fue el scudetto póstumo. Fue el homenaje que le pudo realizar el Calcio a ese Gran Torino.

Esta historia de la tragedia tuvo un hermoso punto final en 1960. Sandrino Mazzola, el hijo de Valentino, capitán del equipo, que tenía 6 años cuando tuvo lugar el accidente del Gran Torino, acababa de fichar por el Inter. Era un chico de 18 años. Y le tocó enfrentarse al Real Madrid, campeón de Europa. Ganó el Madrid, pero eso era lo de menos para el crío. Tras el partido, Puskas se le acercó, le tendió la mano y le dijo unas palabras: "Yo conocí a tu padre y jugué contra él. Creo que eres digno de ser su hijo". Mazzola, en buena lógica, se echó a llorar.




Saludos de David!!

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